en espera de los corderos
pascuales y en vista
de la alta tasa de
suicidios entre la población autóctona
el comandante de la
aeronave sigue apostando
por imitar el gesto de las
aves zancudas
que viajan acompañadas al
núcleo de la gran tormenta
todo hacía presagiar un
cruento desenlace
aunque posiblemente las
órdenes judiciales
dictadas con el rigor de
anteriores involuciones
entorpecía la visión de
los cuerpos tutelares
encargados desde mil
novecientos nueve
de engordar la ínfula de
los propietarios
el estupor se extiende
entre las silvestres ánades
que visitan las cúpulas de
los árboles equipados con portero automático
y charlan en corrillo a la
puerta de los cementerios
un ángel rebusca entre los
contenedores de basura
y marcha más allá tras el
ladrido
de los electrodomésticos y
se interna
en la ciénaga de las
letras de cambio
en la luz quejumbrosa de
las oficinas de desempleo
en los salones fríos de la
impostura
en el patio amargo de la
desesperación
en el pozo del hambre
los vencejos cortan en
láminas la mañana de plomo
y las viudas aplazan su
desconsuelo
y prenden su verdad en los
balcones
regando de oprobio la faz
de los banqueros